Considerar el cuerpo y la persona sólo materialmente

Considerar el cuerpo únicamente como un conjunto de tejidos que conforman sus estructuras supone dejar de lado otros aspectos que pueden ser muy útiles para explicar su funcionamiento. Por ejemplo, es bien sabido, gracias a la física de partículas, que la dualidad onda-partícula es el único modelo físico que permite explicar satisfactoriamente el comportamiento de la luz.

Ondas (dibujo artístico)

El cuerpo humano dispone en la piel de receptores especializados en captar vibraciones a los que se atribuye la función de identificar la posible vibración que pueda presentar un objeto, mediante el tacto. Sin embargo, parece lógico pensar que la acupuntura -que en el fondo consiste en estimular determinados puntos cutáneos mediante una vibración- hace uso de estos receptores para transmitir información e interactuar con el organismo. Y no hay que olvidar que la piel proviene del mismo tejido embriológico que el sistema nervioso.

De hecho, es probable que el cuerpo humano sea capaz de responder también a otros estímulos, además de los ondulatorios. Ahora que conocemos bien la potencia de la digitalización de la información, no debería extrañarnos. Esto explicaría que muchas terapias alternativas puedan tener efectos reales sobre el organismo, aunque este es un campo del que se saben pocas cosas todavía.

Neuronas (dibujo artístico)

Por otro lado, el cuerpo humano, considerado como un organismo, es tan complejo que, en la práctica, por encima de los aspectos materiales, es decir, las estructuras que lo componen, predominan las relaciones y la organización que se establece entre estas estructuras materiales, el entorno y la información que aportan las vivencias vividas. Es decir, es tan o más grande la complejidad de las relaciones que establecen las diversas estructuras como la de las propias estructuras en sí. Esto hace que muchos problemas se den a nivel de organización más que a nivel de estructura, a pesar de que un nivel siempre acabe repercutiendo en el otro. Y hay que añadir que, si bien los problemas estructurales, por lo general, sólo se pueden paliar, los relacionales, al menos en teoría, se pueden llegar a curar totalmente.

Así pues, por ejemplo, puede ser práctico para explicar las relaciones que se producen entre todos estos elementos -las estructuras del cuerpo, las experiencias vividas y la relación con el entorno- considerar que estas relaciones producen fenómenos ondulatorios -vibraciones y resonancias- en diversas estructuras del cuerpo, según determinadas características de la persona.

De hecho, abordar la comprensión de todas estas relaciones de un grado tan elevado de complejidad desde un punto de vista material es muy complicado. Tan complicado es que muchas cosas no se llegan a comprender bien. En cambio, puede ser más factible y, en muchas ocasiones, más útil a efectos prácticos, partir de un nivel de abstracción mayor y abordar cualitativamente los aspectos relacionales directamente. Así se pueden obtener modelos de medicina con los que resulta más sencillo razonar y que pueden ser muy útiles para diagnosticar y tratar. De hecho, hay que pensar que ambos tipos de modelos de medicina se complementan en el sentido de que ambos aportan cosas positivas a la medicina, tal como hace la medicina integrativa.