Es sintomática y no actúa de forma natural

Un macrófago de un ratón fagocitando dos posibles patógenos

La medicina occidental tiene tendencia a considerar que la enfermedad se debe a un elemento patógeno externo al cuerpo, lo cual es cierto pero deja de lado el otro elemento clave que explica la aparición de la enfermedad: el desequilibrio presente en el cuerpo que lo debilita e impide que los mecanismos de defensa del cuerpo tengan la suficiente capacidad para evitar, por sí solos, contraer la enfermedad. Así pues, también muchas veces el tratamiento se orienta más a luchar contra el elemento patógeno directamente y contra las consecuencias de la enfermedad, sus síntomas, que en intentar restablecer el equilibrio de base del cuerpo. Al no tratar la causa del desequilibrio que ha facilitado la aparición de la enfermedad, se facilita también que esta pueda reaparecer más adelante y, de alguna manera, hace que la enfermedad se cronifique.

Un ejemplo claro de esta forma de actuar lo encontramos en el hecho de no prestar atención a la alimentación de la persona -una fuente importantísima de desequilibrios- y no considerar la dietética como una herramienta terapéutica.

Por otra parte, el cuerpo tiene una forma de actuar y de reaccionar ante un desequilibrio, que viene dada por la naturaleza. Es la forma natural de actuar del cuerpo para restablecer su equilibrio. La medicina debería procurar respetar al máximo esta reacción del cuerpo y tratar de actuar conjuntamente con él, ayudándole a restablecer el equilibrio de manera armónica. Las terapias naturales actúan así, lo que, muchas veces, no hace la medicina moderna que habitualmente no distingue entre los síntomas de la enfermedad y los de la reacción del cuerpo.

Además, la medicina moderna, como consecuencia de su mecanismo de actuación, suele tener efectos secundarios y no está exenta de riesgos.

Aquí pueden encontrar información más completa sobre las ventajas de la medicina natural.