Plantillas ¿sí o no?

Es bastante habitual que ante un dolor articular alguien se dé cuenta de que los pies no apoyan correctamente en el suelo y prescriba unas plantillas. A pesar de que en ocasiones llevar las plantillas pueda quitar o reducir el dolor que nos preocupa, sus efectos son en realidad nefastos.

Plantilla

Los desequilibrios mecánicos del cuerpo son globales, es decir, afectan a todo el cuerpo. Por lo tanto, al poner una plantilla, se está introduciendo un elemento externo al cuerpo que afectará a todas las articulaciones del cuerpo y las compensaciones que hay. El efecto de la plantilla es el de modificar las compensaciones que hay e ir a otro estado de desequilibrio con otras compensaciones. Pero, además, la plantilla tiene el efecto nefasto de impedir que el cuerpo pueda recuperar su estado de equilibrio natural ya que hay un elemento externo -la plantilla- que impide que el pie pueda volver a su posición natural. Es decir, lo que hace la plantilla es hacer permanente el desequilibrio. Y esto quiere decir que, aunque la plantilla pueda hacer disminuir el dolor en una articulación -debido a que modifica las compensaciones que hace el cuerpo- todas las articulaciones trabajarán permanentemente en un estado de desequilibrio mecánico que a corto o a largo plazo provocará más problemas.

Cuando se percibe que hay un desequilibrio mecánico en el cuerpo, lo que se debe hacer, evidentemente, es buscar su verdadera causa -las contracturas musculares en los tobillos o en el cuello, como sabemos- y corregirla. Y la Mioterapia es la técnica más eficaz para hacerlo.
Sólo cuando, excepcionalmente, haya realmente un acortamiento o deformación real de una extremidad (por ejemplo, en el caso en que a consecuencia de un traumatismo que haya supuesto una fractura la reducción de la cual haya provocado un acortamiento real de la tibia o el fémur, algunas enfermedades neurológicas, etc.) será indicado poner un alza o una plantilla en un zapato. Hay que notar que poner un alza o plantillas, al igual que sucede con las intervenciones quirúrgicas en general, equivale a aceptar que el cuerpo ya no podrá recuperar nunca más su estado de equilibrio natural y que el tratamiento debe tener como objeto paliar las consecuencias de este estado de desequilibrio permanente.