Las plantas tienen una acción sintomática -que aún suele ser conocida en la actualidad- y una acción, más profunda, sobre el terreno. Si esta acción a nivel del terreno -que en la actualidad, en general, es más bien desconocida- agrava el desequilibrio del terreno, la acción sintomática tendrá muy poco efecto y existe el riesgo de que la enfermedad se agrave o haya una recaída.
Este es uno de los riesgos de utilizar plantas. Como ocurre con los medicamentos, no son inocuas y hay que saber qué es lo que se está haciendo. El desconocimiento que hay, en general, actualmente sobre el efecto profundo de las plantas es una de las dos grandes carencias de la Naturopatía actual. La otra es que muchas veces se razona siguiendo el modelo de la medicina convencional y se termina tratando síntomas con plantas.
A título de ejemplo, podemos comentar la acción de la Passiflora y la Valeriana, que tienen una acción sintomática similar pero efectos opuestos sobre el terreno. Hay que decir también que estas plantas deben ser clasificadas como adyuvantes ya que su efecto es relativamente débil, insuficiente para corregir un desequilibrio importante. En la práctica utilizaremos plantas más eficaces.
La Passiflora
La Passiflora incarnata, de naturaleza fría y húmeda, que se suele prescribir para el nerviosismo, sólo estará bien indicada para las personas nerviosas que sean de terreno predominante Viento aunque tendrá un efecto limitado ya que el terreno Viento, si bien es seco, también es frío. En cambio, estará contraindicada en caso de nerviosismo y depresión ya que, muy a menudo, dicho cuadro corresponde a un exceso de Flema.
La Valeriana
La Valeriana Officinalis, que tiene la reputación de calmar, es de naturaleza seca y caliente. En consecuencia no es adecuada para las personas de terreno Bilis, a las que no calmará y a quiénes puede provocar insomnio. En cambio, es un tratamiento de fondo adecuado para las personas de terreno Flema o Viento que estén deprimidas y sufran ansiedad.