Los equilibrios mecánicos fundamentales del cuerpo

Newton y la gravedad

Los hombres necesitamos estar continuamente orientados en el espacio físico que nos rodea. En la tierra, la referencia principal la marca la gravedad que nos indica la verticalidad. Todas nuestras acciones dependen de la gravedad y por eso necesitamos continuamente tenerla como referencia. Es más, el cuerpo está diseñado o se ha adaptado para funcionar de esta manera, en un entorno gravitatorio, en el que la verticalidad es la referencia principal, y no tenerla como referencia inmediata se nos hace tan costoso que el cuerpo busca la manera de poder mantener esta referencia al coste que sea.

Persona de pie

La gravedad afecta de entrada al peso del cuerpo. Para soportarlo y poder estar de pie o caminar, con normalidad y sin caernos, debemos tener el centro de gravedad del cuerpo más o menos centrado dentro de la base de sustentación que forman los pies. De hecho, esta es la misión principal de la musculatura de los tobillos: mantener el cuerpo perpendicular al suelo (y por tanto, las dos piernas, en una dirección perpendicular al suelo) al mismo tiempo que los pies se apoyan en el suelo para soportar nuestro peso. Con ese objeto, la musculatura de los tobillos trabaja continuamente, adaptando la posición de los pies en el suelo y corrigiendo los pequeños desequilibrios en el ángulo que las piernas forman con el suelo. En particular, cabe destacar los Soleos (el músculo de la pierna situado por debajo de los gemelos) que evitan que caigamos adelante al estar de pie.

Los órganos de la visión, los ojos, están también adaptados para funcionar en este entorno regido por la gravedad. Los músculos oculomotores, responsables de mover los ojos, trabajan en conjunción con el resto de los músculos del cuerpo y, sobre todo, con los músculos que permiten orientar la cabeza respecto al tronco. La función de los músculos que orienten la cabeza respecto al cuerpo es tan importante que el cuerpo le dedica un nervio craneal. Por su parte, los músculos que permiten orientar la cabeza interactúan con todos los del resto del cuerpo, para hacer que la tarea sea lo menos fatigante posible.

Por eso si fijamos la mirada en un nuevo punto de atención, primero  dirigimos los ojos hacia el nuevo foco de atención, sin mover la cabeza, pero si mantenemos la vista puesta en este punto, rápidamente acabamos girando la cabeza de manera que los ojos sigan fijados en el punto pero desde la posición neutra en el centro de las órbitas, en la que los músculos oculomotores no deben trabajar. La musculatura oculomotora no está preparada para trabajar demasiado rato seguido, por ello el cuerpo actúa de esta manera. Igualmente, si mantenemos la atención visual en el mismo punto aún más tiempo, terminamos girando todo el cuerpo, para que la cabeza quede en situación de reposo y la musculatura que lo orienta respecto al tronco tampoco tenga que trabajar. Por lo tanto, para que nos funcione bien la visión, es necesario que los ojos estén horizontales, en un plano perpendicular a la fuerza de la gravedad, desde el que con poco esfuerzo podamos llevar la mirada sobre el horizonte.

Horitzontalidad de ojos y orejas

Igualmente, los órganos del equilibrio, que están dentro del oído interno, están dispuestos de manera que actúan con la máxima eficacia, cuando tenemos los ojos y los oídos situados en un plano horizontal perpendicular a la fuerza de la gravedad. Como el sentido del equilibrio trabaja continuamente, necesitamos que ojos y oídos estén básicamente todo el tiempo situados en este plano perpendicular a la fuerza de la gravedad.

Enfrente como referencia única principal

Por otro lado, todo el cuerpo está preparado para interactuar enfrente. Esto es, con el enfrente como referencia única principal. Es decir, -la vista, los brazos y las manos, y las piernas- todo está diseñado para poder actuar conjuntamente en una misma dirección, la que tenemos justo delante de nosotros. Así, para coger un objeto distante, movemos las manos hacia el objeto en la misma dirección en la que nos desplazamos moviendo las piernas y en la misma dirección que los ojos utilizan para centrar la visión en el objeto, por ejemplo. Ahora bien, para que esto sea así es necesario que la cabeza, la cintura pélvica y la cintura escapular (es decir, los hombros) estén los tres alineados.