Factores desencadenantes del dolor

Muchas de estas contracturas, ya sean de origen traumático o de compensación, pueden ser indoloras y restar escondidas, durante mucho tiempo. Ahora bien, esto no quiere decir que no tengan consecuencias: además de limitar la movilidad de la articulación, la contractura ejerce una fuerza permanente sobre la articulación que la hace trabajar en una situación de desequilibrio y la puede acabar deformando. De hecho esta es la causa de muchas patologías caracterizadas por la deformación del esqueleto y, en particular, de la artrosis.

Durmiendo en el sofa

En todo caso, lo habitual es que al cabo de un tiempo, una o varias contracturas empiecen a doler. Como la aparición del dolor suele ir precedida de un esfuerzo puntual, un mal gesto o un golpe de frío, por ejemplo, hay tendencia a considerar este hecho como la causa del dolor. No obstante, no hay que confundir estos factores desencadenantes del dolor con la verdadera causa del dolor, la contractura primaria y la cadena de contracturas musculares que la compensa. El factor desencadenante es como la gota que colma el vaso, pero éste ya estaba lleno.

El ejemplo más típico de esta confusión lo encontramos cuando se dice que una mala postura ha provocado un dolor, por ejemplo, una lumbalgia. Una mala postura prolongada no provocará un dolor de espalda a menos que previamente haya una cadena muscular de compensación. La acción del factor desencadenante es precisamente la de descompensar localmente las compensaciones del cuerpo y provocar así que un músculo -ya hipertónico- sobrepase el umbral del dolor y este aparezca.

Los factores desencadenantes o de descompensación más habituales son el estiramiento brusco de un músculo en reposo, los micro-traumatismos repetidos, un mal gesto, las malas posturas prolongadas, una corriente de aire frío, el estrés, los cambios hormonales, los estiramientos y la musculación, el café, ...